“Vengo a expresar mi desazón suprema
y a perpetuarme en la virtud del canto.
Yo soy Maín, el héroe del poema,
que vio, desde los círculos del día,
regir el mundo una embriaguez y un llanto.
¡Armonía! ¡Oh profunda, oh abscóndita armonía!
Y velaré mi arduo pensamiento
sotto il velame degli versi strani,
fastuoso, de pompas seculares:
perfecta en sí la estrofa del lamento
y a impulso de los ritmos estelares.
Columpia el mar su cauda nacarina,
e imbuida en la clámide del río
esplende en bruma fúlgida la carne de la ondina.
Grana el campo nutricio, fluyen mieles,
una deidad inflama las horas con su llama,
y loa el día azul un coro de donceles… ”